lunes, 30 de mayo de 2011

Dos horas de la noche en las que nadie sabe qué pasó

Durmiente profundo,
te extraño, regresa a la vida, mírame y distíngueme
como amante tuya que soy.

La culpa que es de nadie la siento,
tan mía como el dolor de verte desvanecido,
quiero alcanzarte, en un intento inútil, donde estés.

Abres los ojos desvariados y en un vistazo fugaz siento que me ves
y que en tu mente sonríes
pero se cierran las puertas de la posibilidad
y recaes en el sueño que te mantiene lejos de mí.