sábado, 9 de mayo de 2020

El amor no es cursi, es natural

Amar no es cursi, es natural. Y es más natural de lo que imaginas. Estamos acostumbrados a identificar sentimientos específicos con sensaciones específicas que tienen un tiempo de vida determinado, pueden ser estados de ánimo o avisos de nuestro cuerpo como el hambre. Cuando estamos molestos lo podemos reconocer, cuando tenemos sueño lo podemos reconocer, cuando tenemos hambre, cuando algo da risa, etc. Y ¿cuándo amamos? ¿Cómo se siente el amor? ¿Empieza y acaba como cuando estás molesto? ¿Se puede diferenciar el amor de “lo que te gusta”, “lo que te beneficia”, “a lo que estás acostumbrado”? ¿Son todos esos parte de el amor? ¿Estar “enamorado” es amar? yo creo que amar engloba algo mucho más grande que todas las anteriores, claro son totalmente válidas pero creo que no son AMOR. Y amar tampoco tiene por qué ser complicado, creo que es más sencillo de lo que creemos, porque es nuestro instinto, nuestro estado natural. Así como en estos tiempos vivimos criticándonos y comparándonos, y pensando que no somos suficientes, y sintiéndonos mal porque no somos "mejores". Así de fácil también podemos amarnos y a los demás. Tal vez nos complicamos porque estamos acostumbrados a pensar en el amor como un sentimiento intenso, con sensaciones claras de cariño, de afecto, de querer proteger, de felicidad, etc. Y sí, todas esas sensaciones y reacciones pueden ser ocasionadas por el AMOR, pero yo creo que todavía este va más allá de todo eso. Y si estas pensando ahora, “pero entonces qué es!” perfecto, primer paso alcanzado, quítale a la idea de amor todas las etiquetas y nombres que, como humanos necesitamos para comunicarnos, le hemos puesto.¿Cómo voy a sentir algo que no sé qué es? Sí sabes qué es, tú eres eso. No porque no lo describas con una palabra o le quites su “nombre”, no quiere decir que no sepas qué es. Al contrario, lo conoces muy bien, todos. Además tampoco es difícil ni complicado, porque no tienes que PENSAR para entenderlo, no tienes que resolver una ecuación, no tienes que buscar las palabras correctas. Solo tienes que ser, y eso es algo que todos podemos hacer. Empieza contigo. Observa, no critiques, encuentra el silencio, escúchalo, todas las voces de tu mente, déjalas que hablen y escúchalas, como si fueras el público. Sin querer cambiar absolutamente nada, obsérvate, como si observaras la corriente de un río. Ese eres tú, no te juzgues porque en el universo no existe lo bueno ni lo malo, existe el amor. Cuando te observas sin controlar, te permites SER te permites CRECER, tal y como eres, libre. Piensa si en algún momento te has sentido más amado que cuando te aceptaron tal y como eres. Esta actitud, forma de ver las cosas, perspectiva, como sea que lo podamos llamar, no solo se limita a una pareja o a nosotros mismos, porque al final, todos somos lo mismo, y el amor nos hace entender eso, se explaya a todos los seres, plantas, humanos, bichos, eventos, cielo, tierra, todo. Y es que SOMOS ESO. Es imposible que no podamos amar, lo posible es que lo olvidemos, que lo confundamos, que nos hayamos repetido tantas veces (o lo hayamos escuchado) durante nuestras vidas que no somos valiosos o que no merecemos SER todo eso, que ahora es difícil creerlo, o aceptarlo y parece extravagante, exagerado. Estamos en una sociedad que no nos enseña ni nos acostumbra a amarnos, ni a vernos completos como realmente somos, si no al contrario, porque si nos creemos incompletos y que nos falta algo, acudiremos siempre a completarnos con posesiones, con apariencias, con lo QUE SE VE. Porque a eso nos acostumbran. Entonces pensar lo contrario es antisistema, y te van a tildar de presumido, engreído, BURGUÉS! Se rebelde, ama y verás que no te falta nada, todo lo que necesitas ya está dentro de ti, es cuestión de sentarse a mirar, como se mira un cauce. Este amor no empieza y no acaba, no abarca a un solo ser o solo una persona. Este amor es lo que todos somos, y no es algo que se siente, es la experiencia de SER.

viernes, 2 de septiembre de 2011

La pregunta

Quién soy,
una pregunta en el largo rastro que voy dejando en el camino
o, sea tal vez la única que no me cede el paso.
Jamás la vi tan elegante, vestida de pieles y botas blancas y brillantes
jamás se le vio tan distintiva e imponente,
me esperaba sola en el camino hacia la muerte.

Esperaba paciente que llegara y le pisara los talones
y que a su mirada fría y soberbia
le pregunte: ¿Quién soy?
el eco terminal de mi débil voz alcanzaría en su lejana mueca
unos labios violeta estirados, arrugas que descansan bajo cejas altivas
qué mueca que estremece las vías del aire, de la corriente interna,
qué mueca pavorosa cubierta por la sombra de un sombrero verde anciano y polvoriento
me mira, me come con su dentadura inmensa de pestañas negras y fermentadas
me come la consciencia,
desaparezco como un inadvertido suspiro.

Su presencia borra todo rastro de lo que pude haber caminado,
de lo que pude haber respondido.

lunes, 30 de mayo de 2011

Dos horas de la noche en las que nadie sabe qué pasó

Durmiente profundo,
te extraño, regresa a la vida, mírame y distíngueme
como amante tuya que soy.

La culpa que es de nadie la siento,
tan mía como el dolor de verte desvanecido,
quiero alcanzarte, en un intento inútil, donde estés.

Abres los ojos desvariados y en un vistazo fugaz siento que me ves
y que en tu mente sonríes
pero se cierran las puertas de la posibilidad
y recaes en el sueño que te mantiene lejos de mí.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Remain

When you’re not away,
when you have nothing left to say,
when the last thing we need is words,
when your eyes haven’t closed,
when summer still warms,
when day does not break yet,
to get us out of bed.

When all doors and windows are shut,
they will be just eyelids hiding us,
and us, blind to the outside,
will remain with eyes and hearts open wide,
when nonsense feels the most sane,
that’s when we’ll remain.

lunes, 2 de agosto de 2010

La máquina del tiempo

Quiero la vida del tiempo
quiero los ojos del futuro
que te miran desde mi corazón
quiero el tiempo de tu vida
quiero los ojos del pasado
que te miran desde mi imaginación

Quiero tus ojos del presente
que me miran en una continuidad divina
en un tiempo que no existe
y en todo ese tiempo
que logras atrapar en una mirada

Quiero ese momento
que una vez descubrí infinito
quiero ese día
que dura lo que dura un alma
porque te encuentro en el mundo
que cuelga de un universo
que cuelga de un hilo
que zurce tu tiempo
con el mío

miércoles, 7 de julio de 2010

Magnánimo

Si te viera caminando

al borde de la vida,

diría “éste sabe bien”.


Si te viera caminando

al borde de la muerte,

diría: “éste es lo que sabe,

sabe lo que siente

pero no siente lo que sabe”.


Si ayer te viera

junto a mi,

diría “yo me desnudo

porque siento la fuerza

que me jala hacia adentro”.


Y

hoy


sería distinto.

viernes, 18 de junio de 2010

Como cuando llega tu turno en el banco

Estoy sentada frente a mi computadora con un té al costado y pensando qué otra canción puedo escuchar a parte de la que estoy escuchando sin parar hace dos días. No se me ocurre nada, no pasa nada en Facebook. Pero el Facebook.... para otro día. Ahora, sentada aquí, bañada y cambiada, sin mucho que hacer aparentemente, se me ocurre ir a ver televisión. Mi televisión, la mejor manera de dejar de pensar, la mejor manera de relajarse y huir. Por lo menos para mí, lamentablemente.

Reconozco mi adicción a la televisión. No es ninguna sorpresa, lo soy desde que soy niña. Y eso que cuando niña (ocho, nueve), mi adicción era más fuerte. Sin embargo, cuando fui creciendo se volvió como un refugio, algo a lo que recurría, no solo por que necesitaba ver televisión, si no porque sentía que era el único lugar a donde podía ir. Si me sentía mal, la televisión era el alivio más inmediato. Me distraía y evitaba, hasta cierto grado, claro, que me ahogase en el ciclo infinito de la conciencia magullada. La mejor manera de huir y desaparecer. Y aun así no esté deprimida, la televisión siempre supuso un momento de “paz”, me puedo abstraer y pensar en cualquier otra cosa menos en mi vida, cosa que a veces cansa.

Por ejemplo ahora, siento que tengo demasiadas cosas por hacer, infinitas. Pero no me refiero a responsabilidades a corto plazo impuestas por algún profesor, padre o jefe. Hablo de ese tipo de cosas que uno siente adentro, impacientes por salir, que le dan puñetes a uno desde adentro “¡Hazme! ¡Hazme! ¡Soy esa foto que hace seis meses quieres tomar! ¡Tómame!”. Y como esa, miles de voces de miles de proyectos que ruegan por ser ejecutados. Navego por la web encontrándome con blogs y páginas, y fotoblogs y etcéterablogs, de gente que hace cosas increíbles, gente cuyo arte no hace más que inspirarme y emocionarme pensando en lo que yo haré. Las voces internas se exasperan, “¿Ves como él lo hace? ¿Por qué tú no me haces, ah? Soy ese cuento que espera ser escrito hace años… ¡Y no soy el único en la sala de espera!”. Debo tener más quejas en mi cerebro que las ventanillas de Indecopi.

Como seguidora activa del movimiento procrastinatorio, que ha logrado adquirir tantos adeptos en nuestra generación, cada vez que me encuentro en abrumantes situaciones como esta, elegiría ir a ver televisión y cerrar mi horario de atención. Drásticamente cerrar la ventanilla y cambiar el cartelito a “Cerrado”, prender la tele y ahh… paz. Pero esta vez no, esta vez decidí atender al siguiente. “Número 48983….” dije, unos ojos ilusionados como los del gatito de Schreck se alzaron entre las otras miles de ideas que sostenían su ticket con cara de aburrimiento e indignación. Miraban a la idea que acababa de ser llamada a que se acerque a la ventanilla con recelo. Se acercó casi con lágrimas en los ojos y dijo “¿Ya me vas a escribir? ¿Si…? ¿Me harás todo bonito, con fotos y todo?” “Sí, sí, te haré, te haré… pero, ¿tienes todos tus papeles en orden, no? ¿Ya estás preparado? ¿Listo?”, “¡Sí, sí, sí!”, respondió rebotando como el chavo y sonriendo ampliamente. “Bueno, entonces, en ese caso, Blog, se te ha otorgado el permiso de ejecución”, dije. Cogí un sello enorme y en letras rojas estampé “APROBADO” en los papeles de Blog.