la ciudad salvaje
El salvajismo de las fugas mentales, las ideas alborotadas, esas que son indomables y que escapan por los dedos, que a través de las huellas digitales son transferidas por osmosis al teclado y del teclado recorren circuitos en estampida. Luego vuelan por la ciudad en manada, la vuelven natural y la regresan a su salvajismo más humano.
sábado, 9 de mayo de 2020
El amor no es cursi, es natural
viernes, 2 de septiembre de 2011
La pregunta
una pregunta en el largo rastro que voy dejando en el camino
o, sea tal vez la única que no me cede el paso.
Jamás la vi tan elegante, vestida de pieles y botas blancas y brillantes
jamás se le vio tan distintiva e imponente,
me esperaba sola en el camino hacia la muerte.
Esperaba paciente que llegara y le pisara los talones
y que a su mirada fría y soberbia
le pregunte: ¿Quién soy?
el eco terminal de mi débil voz alcanzaría en su lejana mueca
unos labios violeta estirados, arrugas que descansan bajo cejas altivas
qué mueca que estremece las vías del aire, de la corriente interna,
qué mueca pavorosa cubierta por la sombra de un sombrero verde anciano y polvoriento
me mira, me come con su dentadura inmensa de pestañas negras y fermentadas
me come la consciencia,
desaparezco como un inadvertido suspiro.
Su presencia borra todo rastro de lo que pude haber caminado,
de lo que pude haber respondido.
lunes, 30 de mayo de 2011
Dos horas de la noche en las que nadie sabe qué pasó
te extraño, regresa a la vida, mírame y distíngueme
como amante tuya que soy.
La culpa que es de nadie la siento,
tan mía como el dolor de verte desvanecido,
quiero alcanzarte, en un intento inútil, donde estés.
Abres los ojos desvariados y en un vistazo fugaz siento que me ves
y que en tu mente sonríes
pero se cierran las puertas de la posibilidad
y recaes en el sueño que te mantiene lejos de mí.
sábado, 11 de diciembre de 2010
Remain
when you have nothing left to say,
when the last thing we need is words,
when your eyes haven’t closed,
when summer still warms,
when day does not break yet,
to get us out of bed.
When all doors and windows are shut,
they will be just eyelids hiding us,
and us, blind to the outside,
will remain with eyes and hearts open wide,
when nonsense feels the most sane,
that’s when we’ll remain.
lunes, 2 de agosto de 2010
La máquina del tiempo
quiero los ojos del futuro
que te miran desde mi corazón
quiero el tiempo de tu vida
quiero los ojos del pasado
que te miran desde mi imaginación
Quiero tus ojos del presente
que me miran en una continuidad divina
en un tiempo que no existe
y en todo ese tiempo
que logras atrapar en una mirada
Quiero ese momento
que una vez descubrí infinito
quiero ese día
que dura lo que dura un alma
porque te encuentro en el mundo
que cuelga de un universo
que cuelga de un hilo
que zurce tu tiempo
con el mío
miércoles, 7 de julio de 2010
Magnánimo
Si te viera caminando
al borde de la vida,
diría “éste sabe bien”.
Si te viera caminando
al borde de la muerte,
diría: “éste es lo que sabe,
sabe lo que siente
pero no siente lo que sabe”.
Si ayer te viera
junto a mi,
diría “yo me desnudo
porque siento la fuerza
que me jala hacia adentro”.
Y
hoy
sería distinto.
viernes, 18 de junio de 2010
Como cuando llega tu turno en el banco
Estoy sentada frente a mi computadora con un té al costado y pensando qué otra canción puedo escuchar a parte de la que estoy escuchando sin parar hace dos días. No se me ocurre nada, no pasa nada en Facebook. Pero el Facebook.... para otro día. Ahora, sentada aquí, bañada y cambiada, sin mucho que hacer aparentemente, se me ocurre ir a ver televisión. Mi televisión, la mejor manera de dejar de pensar, la mejor manera de relajarse y huir. Por lo menos para mí, lamentablemente.
Reconozco mi adicción a la televisión. No es ninguna sorpresa, lo soy desde que soy niña. Y eso que cuando niña (ocho, nueve), mi adicción era más fuerte. Sin embargo, cuando fui creciendo se volvió como un refugio, algo a lo que recurría, no solo por que necesitaba ver televisión, si no porque sentía que era el único lugar a donde podía ir. Si me sentía mal, la televisión era el alivio más inmediato. Me distraía y evitaba, hasta cierto grado, claro, que me ahogase en el ciclo infinito de la conciencia magullada. La mejor manera de huir y desaparecer. Y aun así no esté deprimida, la televisión siempre supuso un momento de “paz”, me puedo abstraer y pensar en cualquier otra cosa menos en mi vida, cosa que a veces cansa.
Por ejemplo ahora, siento que tengo demasiadas cosas por hacer, infinitas. Pero no me refiero a responsabilidades a corto plazo impuestas por algún profesor, padre o jefe. Hablo de ese tipo de cosas que uno siente adentro, impacientes por salir, que le dan puñetes a uno desde adentro “¡Hazme! ¡Hazme! ¡Soy esa foto que hace seis meses quieres tomar! ¡Tómame!”. Y como esa, miles de voces de miles de proyectos que ruegan por ser ejecutados. Navego por la web encontrándome con blogs y páginas, y fotoblogs y etcéterablogs, de gente que hace cosas increíbles, gente cuyo arte no hace más que inspirarme y emocionarme pensando en lo que yo haré. Las voces internas se exasperan, “¿Ves como él lo hace? ¿Por qué tú no me haces, ah? Soy ese cuento que espera ser escrito hace años… ¡Y no soy el único en la sala de espera!”. Debo tener más quejas en mi cerebro que las ventanillas de Indecopi.
Como seguidora activa del movimiento procrastinatorio, que ha logrado adquirir tantos adeptos en nuestra generación, cada vez que me encuentro en abrumantes situaciones como esta, elegiría ir a ver televisión y cerrar mi horario de atención. Drásticamente cerrar la ventanilla y cambiar el cartelito a “Cerrado”, prender la tele y ahh… paz. Pero esta vez no, esta vez decidí atender al siguiente. “Número 48983….” dije, unos ojos ilusionados como los del gatito de Schreck se alzaron entre las otras miles de ideas que sostenían su ticket con cara de aburrimiento e indignación. Miraban a la idea que acababa de ser llamada a que se acerque a la ventanilla con recelo. Se acercó casi con lágrimas en los ojos y dijo “¿Ya me vas a escribir? ¿Si…? ¿Me harás todo bonito, con fotos y todo?” “Sí, sí, te haré, te haré… pero, ¿tienes todos tus papeles en orden, no? ¿Ya estás preparado? ¿Listo?”, “¡Sí, sí, sí!”, respondió rebotando como el chavo y sonriendo ampliamente. “Bueno, entonces, en ese caso, Blog, se te ha otorgado el permiso de ejecución”, dije. Cogí un sello enorme y en letras rojas estampé “APROBADO” en los papeles de Blog.