Salí con apuro
salí con la hora
pero sin reloj
salí corriendo
salí con hambre
pero sin dinero
Las manecillas
del reloj gigante de la conciencia
me golpeaban la cabeza
me metían cabe
Salí aunque ya era tarde
pero la pena podía valer todavía
salí calculando los segundos
según la posición del sol
salí sogándole al taxista que presione aquel botón
ese que hace que le salgan alas al motor
Salí con un despertador viejo y malogrado
colgado del cuello
salí con la improbabilidad de mi lado
con una puerta cerrada
por cerebro
y un no rotundo detrás de ella
y yo que salí
al otro lado
del lado de los que salieron
y no llegaron
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